Chistes de la familia

Discutían tres tipos sobre sus antepasados, el primero decía:
– En mi terreno cavaron 1.000 metros hacia abajo, y encontraron cables de telégrafo, por lo que llegamos a concluir que mis antepasados hace 1.000 años tenían telégrafo.

«Ahhh», dicen los amigos.
– Eso no es nada- dice uno de ellos-, en mi terreno cavaron 1.500 metros y encontraron cables telefónicos y concluimos que mis antepasados hace 1.000 años, ya tenían teléfono.

«Ahhhh», exclamaron los amigos.

El último, como no tenía nada que decir, exclamó:
– En mi terreno cavamos 2.000 metros y no encontramos nada.
– ¿Y a qué conclusión llegaron? -exclamaron los amigos.

Y él respondió:
– Que hace 1.000 años mis antepasados ya tenían teléfonos móviles.
– Pues ahora que tengo 60 años, sigo haciendo las mismas cosas que hacia cuando tenia 20.
– Pues debías ser un vago de cuidado.
Esto es una viejecita que va al supermercado y le pregunta al señor de la tienda:
– Señorito, ¿me puede decir si estas gambas son de confianza?

Va el señor y le dice a la pobre viejecita:
– Fijese si son de confianza que llevan 4 meses con nosotros!!
Un matrimonio después de la visita de unos amigos:

– Me fastidia que siempre estés hablando mal de las suegras.
– ¿De qué te quejas? Al fin y al cabo, no hablo mal de la tuya, sólo de la mía.
Va una cigüeña volando por el cielo con el clásico pañolón colgado del pico, sólo que en vez de un bebé lleva un anciano como de 80 años.

Grita el anciano:
– ¡¡¡¿¿VAS A RECONOCER DE UNA VEZ QUE TE HAS PERDIDO…??!!!
Había en un pueblo, un padre exageradamente orgulloso de su mujer por haber tenido seis hijos, tanto que la llamaba madre de seis, esto a su esposa le molestaba muchísimo, y un día que se encontraban en una boda le grita el esposo para que todos escucharan:

– ¿Ya estás lista para irnos, madre de seis?

Con furia su esposa contesta:
– Claro que sí, padre de cuatro.
Un anciano de 90 años llega al médico para su chequeo de rutina. El doctor le pregunta:

– ¿Cómo se siente?
– ¡Nunca estuve mejor!, mi novia tiene 18 años, ahora está embarazada y vamos a tener un hijo.

El doctor piensa por un momento y dice:
– Permítame contarle una historia: Un cazador que nunca se perdía la temporada de caza, salió un día tan apurado de su hogar, que se confundió tomando el paraguas en vez del rifle. Cuando llegó al bosque, se le apareció un gran oso, el cazador levantó el paraguas, le apuntó al oso y disparó. ¿A que no sabe qué pasó?
– No sé, responde el anciano.
– Pues el oso cayó muerto frente a él.
– ¡Imposible!, exclama el anciano, alguien más debe haber disparado.
– ¡Pues claro hombre, a ese punto quería llegar!
Querido nieto:

El otro día tuve una experiencia religiosa muy buena, que quiero compartir contigo. Fui a la librería cristiana y allí encontré una calcomanía para el coche que decía:

«TOCA LA BOCINA SI AMAS A DIOS».

Dado que había tenido un día muy malo, decidí comprarla y pegarla en el parachoques de mi coche. Al salir conduciendo, llegué a un cruce de dos avenidas que estaba muy complicado, con muchos coches. La temperatura exterior era de 37 grados y era la hora de salida de las oficinas. Allí me quedé parada, porque la luz estaba roja, pensando en el Señor y como El es bueno. No me di cuenta que la luz se había puesto verde, pero descubrí que muchos otros aman al Señor porque inmediatamente comenzaron a sonar las bocinas.

La persona que estaba detrás de mi auto era sin duda muy religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar y gritaba:

DALE, POR EL AMOR DE DIOS.

Dirigidos por el, todos hacían sonar la bocina. Yo les sonreí y los saludaba con la mano a través de la ventanilla. Vi que otro muchacho me saludaba de una manera muy particular levantando solo el dedo medio de la mano. Le pregunté a otro de mis nietos, que estaba conmigo, que quería decir ese saludo. Me contestó que era un saludo Hawaiano de buena suerte. Entonces yo saque mi mano por la ventana y salude a todos de la misma manera. Mi nieto se doblaba de la risa, supongo que por la bella experiencia religiosa que estaba viviendo.

Dos hombres de un coche cercano, se bajaron y comenzaron a caminar hacia mi coche, creo que para rezar conmigo o para preguntarme a que templo voy. Pero en ese momento fue que vi que la luz estaba verde. Entonces salude a todos mis hermanos y hermanas y pase la luz.

Luego de cruzar, note que el único coche que había podido pasar era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en roja, y me sentí triste de dejarlos allá después de todo el amor que habíamos compartido.

Por lo tanto, paré el coche, me baje, los salude a todos con el saludo hawaiano por última vez y me fui.

Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres.
Dos agricultores:

– Vaya, ¡otra vez los cuervos se me han comido la cosecha!

– Pero hombre, haz como yo, pon un espantapájaros.

– Si ya lo pongo, pero como si nada.

– Lo que tienes que hacer es pegarle una foto de mi suegra.

– ¿Y eso es efectivo?

– Mira, a mi los cuervos no solo no se me han comido la cosecha, sino que me han devuelto la del año pasado.
– Abuelita cierra los ojos.

– ¿Y por qué quieres que cierre los ojos?

– Porque papá ha dicho que cuando tu cierres los ojos, seremos millonarios.
Un anciano muere y va la cielo. Allí es recibido por San Pedro.
– ¿Me puede decir cómo se llama?
– Pues, es que no me acuerdo.
– A ver, le pondré algunos nombres, y me dice si le suenan. ¿Carlos? ¿Luis? ¿Juan? ¿Antonio?
– No creo que no, ninguno me suena, aunque podría ser uno de esos.

San Pedro, desesperado, va a ver a Jesús, al que le cuenta el caso del anciano. Entonces Jesús acude a hablar con él.
– Mire, le haré unas preguntas, intente recordar, ¿de acuerdo?

El anciano asiente.
¿En qué trabajabas?
– Creo que era carpintero.
– ¿Estabas casado?
– Creo que sí, era una mujer muy buena, casi un santa, creo recordar.
– ¿Tenías hijos?
– Sí, uno, pero era muy independiente.

Entonces Jesús llora de alegría, y corre a abrazar al anciano.
– ¡Papá, soy yo tu hijo!

Entonces el anciano llora también y exclama emocionado.
– ¡Pinocho!
Un viejo estaba sentado en un banco en un centro comercial cuando un joven se le acercó y se sentó también en el banco.

El chico tenía el pelo revuelto y de diferentes colores (verde, rojo, naranja, azul y amarillo) y el viejo se lo quedó mirando fijamente, por lo que el joven le dijo.
– ¿Qué pasa, abuelo, nunca hiciste nada salvaje en tu vida?.

Y el viejo va y le responde:
– Bueno, una vez me emborraché y practiqué el sexo con un loro, por lo que estaba pensando si tu serías mi hijo.
– ¿Por cuánto me compras a mi suegra?
– ¿Tu suegra? Por nada.
– De acuerdo, trato hecho.
Una pareja de ancianos esta visitando a otra pareja para la cena. Las dos mujeres se van a la cocina por un momento, dejando conversar a los hombres.

Uno de los hombres le dice al otro: Mi señora y yo fuimos el a un agradable restaurante la otra noche.
– ¡Qué bien! – Dice el otro, y pregunta:
– ¿Cómo se llamaba?

él responde:
– No me puedo acordar, ¿cuál es el nombre de esa flor roja que tiene espinas alrededor?
– ¿Una rosa? – responde el otro.
– Si, eso es – dice enérgicamente. Entonces la mira hacia la cocina y grita:
– ¡Rosa! ¿cuál era el nombre del restaurante al que fuimos la otra noche?
– Suegra, ¿usted cree en la reencarnación?

– Pues claro que sí.

– Y dígame, si usted se muere, en que animal le gustaría reencarnarse?

– Pues a mí siempre me han gustado las serpientes.

– No vale repetir, no vale repetir!
El médico se dirige a un tipo que estaba en la sala de espera:
– Señor, le tengo una mala noticia: su madre, la que ayer se encontraba internada, ha…
– No, esa no era mi madre, era mi suegra.
– ¡Ah, entonces le tengo una buena noticia!
Una paciente de sesenta años le pregunta al doctor:
– Oiga doctor, cuando subo la pendiente para llegar a mi casa me fatigo muchísimo, ¿Qué me aconseja tomar?

Y el médico le responde:
– Un taxi, señora.
– El otro día vi a tu suegra y…

– ¡Alto ahí! No se dice «suegra», se dice «madre política»

– Pero si la política es un asco.

– Por eso mismo.
Una pareja se va a casar, él tiene 90 años y ella 85, entran en una farmacia y el novio le pregunta al farmacéutico:
– ¿Tiene remedios para el corazón?
– Sí – contesta el farmacéutico.
– ¿Y remedios para la presión?
– Sí.
– ¿Y remedios para la artritis?
– Sí, también tenemos.
– ¿Y remedios para el reumatismo?
– Sí.
– ¿Y Viagra?
– Sí, también.
– ¿Y remedios para el colesterol?
– Sí, también, tenemos de todo.

Entonces el novio mira a su novia y le dice:
– Querida, ¿qué te parece si ponemos la lista de bodas aquí?
– Oye, ¿pero a ti no te cae mal tu suegra?

– Sí.

– Y entonces, ¿por qué llevas su foto en la pitillera?

– Es que estoy intentando dejar de fumar.
Un asmático sube con problemas 5 pisos, llama a la puerta le abren y dice:
– Doctor, tengo mucha asma, ¿Qué me recomienda?
– Fácil, no fume, no beba, descanse y cómprese unas gafas.
– Y, ¿Qué tienen que ver las gafas con el asma?
– Son para que encuentre la casa del doctor, que está abajo, yo soy albañil.
– Oye, ¿tú sabes cual es el castigo natural por ser bígamo?

– El tener dos suegras.
Una mujer le dice a su marido:
– ¡Cariño! ¡Mi madre se va a tirar por la ventana!
– ¡Corre, toma las llaves y aparta el coche!
Dos novios en la feria:
– Mariano, me llevas a subir a la noria?
– Mejor vamos a ver a tu madre, que marea lo mismo y es gratis.

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